Estas dos fotografías ilustran muy bien lo que ha sido esta perturbación social que ha sido la pandemia. El obligado confinamiento domiciliario - del que ya avisaron los psicólogos y psiquiatras- ha hecho que muchas personas que vivían dentro de la burbuja de ruido social -que no era vida- creyeran en una utopía, creyeron que vivían en “un mundo feliz” que resultó un espejismo nada más. Las autoridades -que lo sabían muy bien- organizaron “espontáneas” salidas a los balcones para aplaudir y escuchar las músicas que les ponían algunos “voluntarios bien intencionados” -ahora sospecho que fueron organizados por alguien- para animar a la masa, -esa misma masa que ignoraba quién era el que hasta ahora se cruzaba en la escalera- sale al balcón a aplaudir y darse por primera vez cuenta de que al frente, y al lado existían personas como él mismo de carne y hueso, que tenían tanto miedo como ellos, se orientaron hacia un fervor popular de comunidad, con ese fervor del nuevo discípul...
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