Una entrada antigua del blog “La tribuna de Ávalon” escrita en diciembre 2012, me ha llamado tanto la atención que tengo la intención de dedicarle un análisis, dado que estamos en el umbral de una reconversión supranacional que tendrá un enorme calado y transcendencia si consiguen implantar los planes de la agenda 2030, quedará para el estudio, pues estoy seguro que no servirán nada las admoniciones que haga al respecto como tampoco valieron las de Ávalon en su momento.
En este tiempo en el que nos hacen constantes loas a la inteligencia artificial como la solución a todo, viene ni que pintado esta reflexión de Ávalon una situación que él vivió en su propia carne, incluso después de luchar contra el enemigo se unió a él y se hizo reparador de inteligencias artificiales y robots, ha vivido el intento de ganarse la vida como empresario de una empresa informática; todo ello le ha dado un conocimiento de la verdad que subyace en este mundo, que la plasmó en esta entrada que para mí es una joya:
Escribió Ávalon:
Hubo un tiempo en que engañados, nos sentíamos imprescindibles…
Pronto nos bajaron del burro, nos lo demostraron con hechos como contratar a subcontratas, instalar robot que aunque simples por entonces decían que eran más productivos que nosotros (no valoraban el coste de instalación y mantenimiento), a los que quedábamos atados a las cadenas de producción, automatizaron al máximo los procesos de producción, convirtiendo nuestro trabajo en repetitivo, aburrido y castrante…
Algunos nos reconvertimos en profesionales de oficio, nos formamos en la excelencia en nuestra faena: la instalación necesaria para la puesta en marcha de la maquinaria de producción.
Reparábamos los mecanismos para la maquinaria de producción masiva…
Analizábamos la circuitería y reponíamos el componente quemado…
Más pronto que tarde, nada de esto era ya necesario, nos sustituyeron por lo que llamábamos “cambia placas”; un dispositivo señalaba la placa con defecto con una luz roja y el “cambia placas” la extraía y reponía otra nueva…
El compañero “cambia placas" ya no necesitaba ser profesional de oficio, bastaba con un ligero cursillo de “cambiador de placas” con lo que la plantilla se descualificaba…
Algunos al quedarnos fuera, volvimos a reconvertirnos en reparadores de esas placas de circuitos…
También pronto nos quedamos fuera… Habían llegado las placas de usar y tirar montadas en países esclavistas.
Nuestra moderna planta dispuso de una cadena de inserción de componentes y su posterior soldado al circuito impreso, la llamada “ola de estaño” que era en extremo productiva y tanto la cadena de inserción como la ola, sustituyeron con 10 operarios de bajo nivel a 150 cualificados…
Con lo que la planta fabril seguía la descualificación generalizada.
Ante la realidad que suponía que la automatización fabril destruía puestos de trabajo, me preguntaba cómo eran las fábricas de oriente, ¿Es que no disponían de nuestras modernas cadenas de producción?
Un ingeniero de la empresa me aseguró en una reunión que disponían de cadenas incluso más modernas que nosotros…
Años más tarde, finalizada mí estancia por cierre de la “moderna factoría” que no sobrevivió a la demolición de la plantilla, acabando por demolerse así misma… (Gran ironía del destino), mi jefe viajó a China para una colaboración industrial entre el gigante asiático y su pequeño grupo empresarial, me contó a su regreso maravillas de la sociedad productiva de China y su capitalismo de estado…
A mi pregunta sobre las modernas fábricas que visitó, me contó algo que me dejó estupefacto…
Vio enormes cadenas de producción realizadas por manos humanas, y extrañado preguntó el por qué no utilizaban las modernas olas de estañar…
El funcionario director le contestó que por el enorme gasto que supone su mantenimiento y suministro de energía, además estaba el componente social de dar ocupación a miles de personas…
Las diferentes reconversiones industriales desertizaron nuestra nación enviando miles de trabajadores cualificados a la cuneta del desempleo…
Esto, es lo que ya pasa y pasará, se va a producir una descualificación de la sociedad, donde la sociedad y todo el mundo recurrirá a la IA y sin la IA nada se hará sin contar con ella, hasta lo mismísimos cirujanos y médicos consultarán la opinión de la IA, el protocolo de la IA, el resultado es que la descualificación general de la sociedad supone un aumento del ganado humano sin cualificación en ningún tipo de oficio y dependiendo de lo que la IA a través de su fábricas robots le suministre.
Al final de su entrada hace una aportación de lo que es (según su opinión) la política Taylorista:
Al día de hoy, esta crisis que a veces entreveo como una crisis provocada, o tal vez sea la consecuencia lógica de implementar técnicas neoliberales, es igual de la forma que sea, es lo que tenemos que “disfrutar”, se ha colapsado por sí misma, las únicas salidas que le quedan son todas traumáticas…
Ya no creo que sea posible la reforma de ella; solo pienso que es posible la retrocesión a la sociedad del artesanado.
La sociedad neoliberal con su crecimiento sin límite y consumista, ha sido incapaz de regularse así misma; ha llegado a su implosión.
Ahora la propia sociedad ilustrada, echa de menos la excelencia del trabajo bien hecho, realizado con esmero y cariño y fuera de toda serie; añora el trabajo del artesano…
Las grandes masas de consumidores que todavía pueblan las sociedades, ya están dándose cuenta de los valores que han perdido con las fabricaciones en serie, hablo de valores como la calidad, la singularidad de lo único o escaso y la personalización de cualquier producto.
Está echando en falta el artesano que le haga la reparación o la reconstrucción de su posesión mobiliaria…
Ya no pone en valor lo barato contra la calidad, lo barato contra la duración, y su pregunta recurrente es: ¿El mantenimiento como es?
A veces de manera cruel se le contesta: Es de usar y tirar (vamos como él mismo y su vida).
Otro mal ha sido el “marquismo”, siendo la marca el único valor añadido del producto, un nombre que le avala la magnífica campaña de publicidad que la respalda, que no siempre significa calidad…
Una sociedad artesanal, dará más calidad al producto, pausará más nuestra vida y siendo sostenible en el tiempo redundará en felicidad de la propia sociedad.
Con el consumismo actual no hemos logrado nada positivo, solo hemos logrado acumular grandes cantidades de estrés y de desperdicios contaminantes, no se ha obtenido riqueza para el colectivo, sólo riqueza para las enormes corporaciones…
Creo que la salida forzosa de la industria de consumo a la que nos hemos visto forzados millones de personas, deberá de ser la oportunidad para que el que se decida, adopte la excelencia del artesano y se procure la vida desde la autonomía en su actividad, sea la que sea, artesana de oficio, intelectual o la que fuere…
Volveremos a ser “los imprescindibles” que fuimos en el pasado, pero con más sabiduría y conocimiento, nos organizaremos para defender con uñas y dientes nuestro modo y forma de vida.
El que no sepa o pueda, le quedará el formar sindicatos de clase para defenderse del “Taylorismo”.
Como Saturno el sistema devora a sus hijos…
Los ingenieros y economistas del Taylorismo están YA siendo devorados por este insaciable Saturno…
Ingenieros, intelectuales, artesanos, autónomos, trabajadores en general pongamos manos a la tarea para salvarnos de Saturno…
Somos el 99% y vamos a por ellos…
En esta última parte me sonrío de la ingenuidad de Ávalon, en privado le preguntaré por esta cuestión.
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