Un tuit que explica de una forma clara lo que está sucediendo en toda esta trágica comedia plandémica.
Nos cuentan auto declarados expertos, que se tienen que vacunar los sanos para proteger a los que se han protegido con una vacuna que los protege de un supuesto virus que nadie ha visto ni aislado ni cultivado.
Se sacan un permiso para vivir al que le llaman pase verde, y declaran ante la obviedad de que no sirve para nada que el motivo del pase verde es hacer la vida imposible a los desobedientes.
Está sucediendo que en los sitios donde los pinchazos son muy aceptados, se están disparando los índices de contagios, las muertes y otras consecuencias (ver el gráfico de abajo), y algunos se preguntan (pero no las autoridades) si esto es casual o qué significa.
Nuestro amigo La Sombra ha colgado un tuit en una respuesta que lo dice bien claro: Los pinchazos son los causantes, no es una casualidad, es una causalidad.
Y hemos llegado hasta aquí con unas constataciones:
El pasaporte verde no vale nada más que para jorobar al desobediente.
La supuesta vacuna, no es una vacuna, es un experimento génico que lleva camino de ser un tratamiento, pues eso es un pinchazo cada tres meses durante años.
Que no es una cuestión de salud, es una cuestión de control de la población y la sospecha de algo de más calado para el futuro.
Todos estamos ya conociendo muchos casos de muertes repentinas, de enfermedades sobrevenidas y otros eventos negativos sobre la salud que no se esperaban, y todo coincide poco tiempo después con los pinchazos. Hasta yo, que en plena pandemia sólo tuve conocimiento de un sólo caso del que dijeron que era Covid (ha saber si era eso).
En cambio, ahora, ya tengo conocimiento en mi entorno de cinco casos reales y constatados.
Tenemos noticias ampliamente difundidas por los medios sistémicos de que en países emprenden medidas severas, y nuestros contactos allí nos dicen que es mentira.
También nos enteramos (y no por esos medios) que la burócrata que compra las vacunas y pide su obligatoriedad, está casada con un alto directivo de la farmacéutica…
Esta reflexión puede ser muy larga, pero creo que la podré seguir en otro momento, por hoy ya es suficiente para mi papelera que la voy a convertir en un cubo de basura.
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