Crónica tuitera.

Mis dos amigos está desatados, temo por su salud, les puede dar un subidón de tensión que se los lleve sin vacuna de por medio, hago una entrada rápida para que veáis la situación con cosas que han puesto en TW. más uno que me ha gustado de los que  han hecho RT, que creo que les atañe a los dos amigos míos: El pecado de la Ira.

Las ventajas de ser un anciano (alguna teníamos que tener).

En mi salida de hoy a comprar pan y que me de un poco de aire entablo conversación con un conocido, esta conversación se ve interrumpida por la intromisión de un anciano al que conozco (que es un provocador descarado que se ampara en su ancianidad pero ha tropezado con otro anciano sin complejos). Como siempre está obsesionado con los botellones de los jóvenes y anda siempre pidiendo represión policial contra ellos.

-Anciano:  Lo que tenía que pasar es que todos los que hacen botellón se tenían que morir…

-Yo:  ¿Porqué no hacen nada malo, y además es su libertad, si quieren cojer una cirrosis hepática o joderse los pulmones es su decisión?

De ahí lo llevo a la actualidad de Francia e Italia. Naturalmente está de acuerdo con cualquier cosa que sea imposición.

-Yo: Los que tenemos que morirnos somos los ancianos, que ya hemos vivido demasiado y además somos unos parásitos que no producimos y gastamos en pensiones y usted y yo también llevamos a casa una bolsa llena de medicinas (con el gasto que es eso).

-Anciano: pero son gratis…

-Yo: De eso nada, los pagan los que trabajan y pagan impuestos.

Anciano: Para eso pagué cuando trabajaba…

Yo: De eso nada, nosotros pagábamos para sostener a los pensionistas y enfermos de aquellos días, no era una caja de ahorros para nuestra vejez, los que trabajan ahora nos mantienen y a ellos los mantendrán los futuros trabajadores.

El anciano vuelve a los botellones 

Yo: Por cierto, ¿Usted está vacunado?

Anciano: Por supuesto.

Yo: ¿Entonces por qué lleva la máscara?

Anciano: Está prohibido ir sin ella.

Yo: Sólo en interiores, por la calle sin tumulto puede usted respirar, pero yo no le critico nada, usted hace lo que le da la gana, y yo lo respeto, respete usted a los que no queremos ser vacunados…

A partir de aquí la cosa se empieza a calentar y acabamos dando vueltas en un sin sentido entre el concepto de lo que es la Libertad y el libre albedrío, el resto os lo ahorro porque ya lo imagináis.